Como en cualquier viaje, la gastronomía y el poteo forman parte importante de la experiencia.
Nada mas llegar y con el frío que hacía tomamos un caldo casero y tortilla, en los aperitivos un torrezno ¡buaaa deliciooooosooo!!! y un surtido de quesos en el patio del parador ¡magníficamente! y para comer... reservé en un asador con un menú castellano exquisito y por supuesto con ¡lechazo! Además nos pusieron mesa en su terraza climatizada con vistas al Arlanza, Ventosilla, campos y montañas... ¡estupendo!
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